¡Amor no salgas con ella!, ¡Amor no la mires!, ¡Amor no salgas con esos amigos porque son muy “perros”!… ¡Amor¡, ¡Amor¡, ¡Amor¡…. ALTO, ¿Por qué empeñarse en cuadricular la vida de alguien, si nosotros mismos también podemos ser libres?
Amar va más allá de una serie de prohibiciones y requisitos. No niego que para una buena convivencia deben existir reglas, normas que se deben cumplir, pero ¿Qué tan bien nos estamos sintiendo con ellas?, ¿Vale la pena seguir implementándolas?. Son muchas las razones por la que una relación termina y la mala administración de estas reglas es una de las más comunes.
¿Por qué privar a la pareja de las cosas que le gustan?, ¿Es porque a ti te desagradan?, eso es egoísmo y no merece valor alguno, desvirtúa y condiciona el ser nosotros mismo, puesto que siempre estamos dispuestos a cambiar o como lo llaman los libres de espíritu, mejorar por quien se ama.
La escusa: “Me conociste así y no voy a cambiar”, es totalmente valida, la pareja siempre busca el cambio de conductas que le desagraden del otro, sin tener en cuenta que esas características y conductas fueron de las que enamoraron; le llamo a esto el periodo de enamoramiento, periodo de 1 a 7 meses en el que se ve a la pareja de forma perfecta. La combinación de serotonina, noradrenalina y endorfinas, segregan una droga similar al éxtasis, capaz de producir alucinaciones; después de largo periodo, la segregación de estas monoaminas disminuye, proporcionando una nueva perspectiva de realidad, por lo que se denotan con mayor intensidad las conductas molestas, así que se ama cuando se es capaz de asumir y convivir con ellas; pero el buen manejo o administración de normas desde el comienzo, da una posibilidad del 60% para que la pareja continúe en su unión.
Por lo que los invito a replantear, las normas que se construyeron en la formación de la etiqueta unitaria (Pareja), pues si son absurdas y degradan los gustos, terminan aburriendo y destruyendo cualquier noviazgo, matrimonio e incluso unión libre.