Me acosté en su cama, iba a abrazarme y transmitir su calor; tenia frío y estaba aburrida. El es tierno, suspicaz y sexy, deseaba que me consintiera bajo sus cobijas y llenara de besos mi cuello.
Su cama era suave, sus cobijas pesadas y calientes, el olor de su habitación era agradable, me emocionaba el hecho de estar acostada en ese momento rodeada por sus brazos. De repente, llena de besos mis labios y con sus fuertes manos toca todo mi cuerpo, tardo muy poco mi vagina en lubricar y mis pensamientos en enloquecer y perturbarse.
Volteó mi cuerpo hacia él, monto una de sus piernas encima de mi cadera y sentí su erección, mi cabeza maquino mil pensamientos retorcidos en tan solo unos segundos; mientras me besaba, el tocaba todo mi cuerpo, mi senos estaban duros y el rodeaba mis pezones con sus dedos; el pellizcaba con sus manos mis nalgas y empezaba a calentarme; además, intentaba estimular mi clítoris con sus dedos, cuando sus manos pasaban por encima de mi pantalón.
Yo rasguñaba su espalda, en cuanto besara su cuello. Estando encima de mi, él movía su cadera, casi que rompiendo mi pantalón para penetrar con fuerza mi vagina, empezó a calentarme y baje mis manos, sentí su pene, era grueso y algo largo, imaginaba su pene frotando con fuerza las paredes de mi vagina y me excitaba, yo lubricaba cada vez más, quito mi blusa y mi pantalón, rápidamente levanta mi sostén y besa mis pezones, pensaba: “Este hombre me daría muy fuerte, sumergiría su pene hasta el fondo y conseguirá uno de mis mejores orgasmos, si tan solo se lo propusiera, quiero sentirlo dentro de mí, quiero que se mueva y que gotas de sudor resbalen en nuestra espalda.
Quite su blusa y su pantalón, físicamente es delgado y tiene varios tatuajes, condición que hizo que se forjara más sexy y llamativo el momento, lo besaba y le ponía las manos sobre mi cuerpo, recuerdo como sus manos manoseaban y motivaban todo mi cuerpo a buscar dejarlo sin aliento, quería extraer su alma con cada movimiento, con cada beso, con cada penetración o nalgada.
El entro, indagando lo más profundo de mi, consiguiendo un inigualable suspiro de mi parte, mis caderas casi que por inercia buscaban irremediablemente juntarse a las de él, quería sentirlo muy al fondo, surgieron movimientos circulares por parte y parte, no se imaginan cuan lubricada estaba, su pene entraba con facilidad y era tan emocionante escuchar el chasquido que mi lubricación producía cada que el entraba con fuerza, ese pene me encanta, es uno de los mas deliciosos que ha podido entrar en mi.
Estando bastante excitados y después de algunas poses, lo emocionante y perturbador, pero extremadamente excitante fue empezar a hablar lo mas cochino que pudiéramos, mencionaba lo que le encantaba el calor de mi vagina y como añoraba darme con fuerza, mientras yo elogiaba su pene y le suplicaba que me diera sin compasión alguna; no dejaba de decirle y suplicarle que me diera tan fuerte, como nadie lo haya podido hacer en la historia. Era un experto, hallaba mi clítoris con facilidad y sus movimientos complejos ideaban y formalizaban un buen orgasmo; nuestros cuerpos sudaban completamente, nuestras mentes estaban exasperadas, pero no nos importaba, lo importante era disfrutar.
¡Me encanta tu pene!, ¡Me fascina como te mueves!, ¡Esto es todo tuyo!, ¡Dale fuerte!, eran unas de las oraciones que solía mencionarle y entre mas hablaba con él, mas me excitaba, de repente él dice lo siguiente: quiero darte por el culo, quiero que te duela, quiero hacerte gritar; estaba muy excitada como para decirle que no, así que saque su pene y puse su punta en mi ano, el comenzó a introducirlo con fuerza, me dolía bastante, pero era un dolor lleno de placer, incapaz de resistirlo, pero capaz de disfrutarlo.
El placer que sentía en ese momento eran inexplicable, incomprensible, pero en medio de todo, también quería complacerlo a él, suplique con voz turbia que llegara en mi, así que se movía más fuerte y hasta lo más profundo que pudiese, y un momento a otro, el agarra con fuerza mi espalda, sin rasguñarla y me mira sonriendo…