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Ser mujer, cuando nos enseñaron a envidiar

Ser mujer, cuando nos enseñaron a envidiar

Hemos crecido compitiendo entre nosotras, creyendo que debemos ser mejor que la otra. Desde pequeñas hemos escuchado frases como “La más bonita del: colegio, casa, trabajo” Como si fuera algo de vital importancia.

Por mi parte, me críe con una única respuesta de mi madre frente a algún problema con mis compañeros: Si la persona con la que tenia el problema era hombre, simplemente estaba enamorado de mí, si era mujer me tenia envidia

Crecemos con esa idea en la cabeza y de manera inconsciente hacemos ciertas acciones que suponemos nos llevarán a ser “La más…” En ámbitos totalmente inútiles, terminamos atacándonos y desconfiando la una de la otra ¿De qué me sirve ser la más bonita?

He leído tantas frases sin sentido de chicas que al sentirse rechazadas por otras, dicen cosas como ― ¡Por eso no creo en el feminismo! ― Linda que te hayas topado con personas indeseables en tu camino no tiene nada que ver con el feminismo.

Lo absurdo es que esta competencia se queda en lo físico, en cómo lucimos. Ella es más: Alta, flaca, gorda, tiene más esto o aquello. Es algo desgastante y sin sentido, personalmente preferiría que esta competencia fuera más sana; una rivalidad profesional o académica a nadie le sentaría mal.

Sería una motivación perfecta para que día a día cada una de nosotras trabaje en pro de tener un lugar importante, de respeto e igualdad en esta sociedad.

Creemos así que si nos atacamos entre nosotras podremos resaltar, en primera instancia por nuestro físico y en segunda por nuestras capacidades, por obvias razones debería ser al contrario. Necesitamos ser solidarias entre nosotras, amigas y no rivales, ¿Quiénes podrían entender mejor como se sienten los cólicos? ¿El síndrome pre-mestrual? ¿Las rupturas amorosas? ¿El parto? ¿Quién mejor que una mujer para entender que se siente ser mujer?

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